Diseño del manto procesional bordado de la Virgen del Amor
El manto procesional bordado para María Santísima del Amor es un añorado proyecto de los hermanos y las hermanas de las Tres Caídas desde siempre, que ahora podrá ser realidad si cuenta con su refrendo. Antes de comenzar a describir el diseño, queremos indicar que se trata de un boceto realizado a escala 1:4 del natural, y está sujeto a las modificaciones habituales en estos casos al redimensionar el dibujo y a la interpretación del taller de bordados. Su diseño se podría calificar como radial o en abanico. Confluyen sus nervios de forma apuntada sobre las sienes de la Santísima Virgen, en disminución desde la cola hasta la zona más alta, con lo que el manto podría portarse también sin toca. El diseño radial forma parte de la tradición cofrade, especialmente en los bordados. Hay numerosos ejemplos también dentro de nuestra propia hermandad, como en la túnica morada del Señor de las Penas bordada por Paco Contioso o la toca de sobremanto de la Virgen del Amor. Además de un diseño novedoso en la Semana Santa de Huelva, que puede convertirse en un distintivo de nuestra hermandad, viene a encajar a la perfección con las singularidades de nuestro paso de palio, enlazando los 14 óvalos de la bambalina exterior con otro elemento geométrico, los radios del manto que apuntan hacia el rostro de la virgen, como flechas que ascienden al mismo cielo en una visión elevada de la devoción a María.
SIMBOLOGÍA DEL MANTO PROCESIONAL BORDADO DE MARÍA SANTÍSIMA DEL AMOR
Los once nervios que conforman el bordado del manto podrían clasificarse en tres tipos, en función de su volumen, su simbología, su posición y su tamaño. El nervio central es el eje fundamental que vertebra el diseño del manto: es el que más piezas bordadas contiene y el más destacado por su anchura e importancia visual, además de por su altura, que sobrepasa los hombros de la Virgen. De él nacen, además, diversos elementos que se integran en otros seis nervios. Partiendo desde su base encontramos una pieza simétrica, a modo de nudo, donde se unen diferentes hojarascas que desarrollan el dibujo de manera ascendente y perimetral a la cola del manto. En esta base se encuentra la primera de las doce coronas repartidas por todo el manto, y a ambos lados aparecen dos piezas muy singulares, dos pasa-cintas en color rojo, que también se observan la bambalina del palio, enmarcando las pinturas. Las coronas que acompañan a las ramas de palma, símbolo de triunfo, representan las virtudes de la Madre del Señor. Doce gracias que María demostró durante su vida: la Humildad, la Fe, la Obediencia, la Caridad, la Sabiduría, la Piedad, la Paciencia y fortaleza ante el dolor, la Pobreza llevada con dignidad, la Esperanza, el Amor ardiente a Dios, la Modestia y la Pureza virginal de María. Estas doces virtudes fueron descritas y recopiladas de las Escrituras por Su Santidad Pablo VI en su “Exhortación Apostólica MARIALIS CULTUS para la recta ordenación y desarrollo del culto a la Santísima Virgen”.
En la parte más visible resalta la primera gran pieza decorativa de honda simbología en el cristianismo: un juego de tres conchas que recuerdan a la punta de la bambalina, muy recurrente también en los respiraderos. La concha hace referencia tanto a la figura de Santiago Apóstol, como al Bautismo o la fertilidad de la Virgen María. Una más grande destaca en el centro, acompañada a sus lados por dos jarras de flores, enmarcado el conjunto por un elemento lineal que da cuerpo a esta zona. Sobre ella, tres azucenas, símbolo de la pureza virginal de María. El dibujo evoluciona hacia otra orla circular central con el mismo elemento ornamental aunque completamente diferente en su ejecución, bordada en su interior. Los ricos elementos decorativos se repiten de tal manera que dan cohesión al dibujo, mientras que la orla está profusamente adornada de pasacintas de hojarascas. Si continuamos ascendiendo, la siguiente pieza es un jarrón del que parten diversos elementos vegetales que lo enmarcan. Otro elemento muy simbólico de esta zona alta es una piña, símbolo de la unión de la Iglesia, sobre la que se encuentra la segunda corona, en medio de un dibujo que sigue creciendo hasta el punto más alto y fino de este eje principal. Al nervio central lo flanquean otros cuatro, dos a cada lado, que se combinan con otros dos de inferior tamaño, diseñados para su lucimiento en combinación con el resto de elementos del paso, como los candelabros de cola, las jarras o los varales. Estos cuatro elementos verticales son completamente diferentes entre sí, pero con el mismo denominador común a todo el diseño. Los dos nervios entrevarales, los mayores en tamaño, nacen de una profusa cenefa que es nexo de unión entre los radios, base también de los nueve nervios que parten desde la cola. En ellos destaca un elemento decorativo a media altura que sirve de hilo conductor entre el palio y el manto: jarrones de rosas rojas, signo inequívoco del amor al que asimilamos a la Madre y Señora del Amor, enmarcados por una orla con motivos vegetales y guirnaldas de flores. Algo más arriba, dentro de la simetría, se sitúa una cartela circular con un centro de flores y una jarra rematada en su parte superior por un buqué de flores coronado por otra rosa. Estos cuatro nervios son diferentes en tamaño y altura, decreciendo a medida que se acercan a la figura de la Virgen.
Entre estos cuatro nervios se ubican otros cuatro de menor medida, que llamaremos palmas, pues combinan hojas de palmas con otros elementos vegetales de hojarascas y flores, y en el que vuelven a aparecer dos coronas más en cada uno, ocho en total, acabando en un pequeño buqué de flores. Para finalizar, en cada uno de los extremos de la boca del manto se encuentran los que enmarquen la silueta de la Santísima Virgen, llamados de vistas, diseñados para recogerse bajo los brazos formando pliegues. Estos tienen la mayor carga de bordado en ambos picos, donde se vuelven a repetir los jarrones de rosas rojas de las bambalinas interiores enfrentados a esa pieza tan característica de la concha –seis en todo el manto, catorce en el palio– de manera que forman la silueta de esta esquina. En cada uno estos dos picos se encuentran las dos últimas coronas. La cola del manto acaba en pico, con una cartela en la que se podrá leer “Yo soy la Madre del Amor Hermoso”, frase que aparece en el Libro Eclesiástico del Antiguo Testamento, capítulo 24, versículo 18. Este tipo de elementos se hallan también en las bambalinas delantera y trasera del palio, donde figura, en su parte interior, Rosa Mística y Madre del Amor, respectivamente. Rematará el manto una cenefa bordada, prescindiendo de encaje dorado.